En el Congreso Cooperativo colombiano se abrió un debate sobre el papel de la tecnología en la gestión democrática. Mas aún cuando el cooperativismo por su naturaleza es un modelo que permite la participación de cada uno de sus asociados. Lo que está perfecto en la teoría, pero esto debe pasar a la práctica en la mayoría de sus decisiones.
La experta en derechos humanos y tecnología, Pilar Sáenz Rodríguez, planteó a Gestión Solidaria la urgente necesidad de que el cooperativismo pase de los principios a las prácticas participativas, usando las herramientas digitales para acortar distancias entre la dirigencia y los asociados.
En un mundo hiperconectado pero a menudo superficial, el modelo cooperativo se enfrenta a una paradoja moderna: posee los principios de participación democrática más sólidos, pero corre el
riesgo de que estos se queden en el papel si no logra adaptarse y aprovechar las herramientas del siglo XXI.
Esta fue la tesis central que expuso la física y experta en derechos humanos y tecnología, Pilar Sáenz Rodríguez, durante su participación en Congreso Cooperativo 2025.
La física de formación enfatizó su punto entre la intercepción entre los derechos humanos y la tecnología, con un enfoque en cómo las herramientas digitales pueden fomentar la participación cívica y la justicia social.
Un teléfono en la mano no hace la democracia Sáenz Rodríguez, quien lleva más de una década trabajando en este campo, aclara un punto crucial: la tecnología por sí misma no democratiza nada. «Yo te entrego un teléfono y si tú no sabes qué hacer con él, eso no va a democratizar nada» , explicó.
La clave está en la alfabetización mediática e informacional, un término que suena complejo, pero se reduce a algo tan simple como tener criterio para leer y procesar la información que llega a través de dispositivos digitales. Es la capacidad de distinguir entre lo real y lo falso, lo valioso y lo trivial, y de usar esas herramientas para elevar la voz y construir comunidad.
El verdadero potencial, argumentó, se libera cuando se combina el acceso al dispositivo, la conectividad y, crucialmente, la alfabetización mediática informacional de las personas para usarlos de manera crítica y constructiva.
Frente a los riesgos de estas herramientas—como la economía de la atención que nos convierte en zombis “scrollando” contenidos vacíos o la desinformación— Sáenz recalcó que “el problema no está sobre la tecnología, el problema está sobre ti”. La solución, comparó, es equivalente a enseñar a leer con criterio en la era digital.
Una Crítica Constructiva al Cooperativismo El meollo de su intervención fue una reflexión audaz y necesaria: el cooperativismo tiene “muy buenas intenciones y muy buenos principios que no
necesariamente se desarrollan a cabalidad”. Señaló una desconexión entre la participación económica de los asociados (beneficios, dividendos, créditos) y su participación real en la toma de decisiones que les afectan “Si uno piensa el proceso de toma de decisión como un proceso participativo, tienes que abrir canales de participación. Uno de esos canales puede ser tecnológico”
, afirmó. Esto implica ir más allá del voto en asambleas y construir mecanismos continuos para que los asociados no solo aprueben o rechacen, sino que propongan, deliberen y construyan proyectos de manera conjunta.
Para Pilar Sáenz Rodríguez, las cooperativas son un «espacio para el ejercicio político» y, por fin, el lugar ideal para aplicar estas ideas de participación potenciada por la tecnología. No se trata solo de votar en las asambleas, sino de construir un proceso de toma de decisiones genuinamente colaborativo.
El desafío, sin embargo, es pasar de la teoría a la práctica. El ponente señala que a menudo se habla de «un asociado, un voto» , pero se olvida de la participación activa en la construcción de proyectos y decisiones. Su crítica no es un sacrilegio, sino una invitación a la mejora: «Todo es perfectible. Aun cosas que uno espera que estén bien, pueden estar mejor».
Fuente: gestionsolidaria













