I. PRIMERAS IMPRESIONES
El evento principal tuvo lugar en el Espacio Cultural Julio Le Parc, ubicado en Guaymallén, Mendoza. También hubo actividades en otros departamentos como San Martín, San Carlos, San Rafael, Santa Rosa y General Alvear. Fue complementada con premios a antiguas librerías casi centenarias de esta provincia. El libro, el papel, la cultura, el pensamiento vivo en el tiempo pretérito y actual, fueron los protagonistas. He ahí la inquietud de evocar este suceso.
Para rememorar, partiré diciendo que las cosas –construcciones o muebles– expresan o hablan de sus dueños, de lo que son esos propietarios o usuarios. El mueble silencioso o si se quiere invisible… que pasa levemente inadvertido, cobra vida cuando cumple su función, pero clama su presencia cuando no está. Allí, su ausencia expresa –también– el estilo del hogar y de sus integrantes.
La idea que surge –en ese hilo de pensamiento– es opinar sobre La biblioteca, que nos permite considerar tanto el mueble y su función, como el resultado de su existencia, valga la expresión.
Excluyo el tratamiento como lugar o espacio físico, usado en carácter de pieza, habitación, etc.; o nos vemos en la Biblioteca San Martín. No obstante, tendremos que relacionarla en algún momento.
II. TIPOS DE BIBLIOTECA
En mi modesta opinión se pueden tener bibliotecas de diferentes formas, según el sentido en que pretendemos tomarlas: la biblioteca es un mueble contenedor de libros, por lo que, de por sí, dice o muestra algo, expresa algo. Si los muebles dicen algo, los libros –o su ausencia– también.
La multiplicidad de posibilidades de su consideración es cercana a lo infinito, por lo que resumiré las alternativas, en aras de arribar a una conclusión, que, dicho sea de paso, la habíamos previsto al iniciar este ensayo.
III. ALTERNATIVAS
- Una alternativa es tomarla como estantería y espacio donde se conservan diferentes objetos. Yo mismo he utilizado parte de mis bibliotecas para guardar o archivar o mostrar a mis hijos o nietos recuerdos de la vida familiar, incluyendo trofeos, premios, viejos recuerdos, revistas, fotos, etc. La finalidad es múltiple: librería (biblioteca) y sala de exposición. Cumple relativamente el objeto para el que fue concebida. Permite la convivencia del libro papel y de otras cosas. Un mueble práctico con variadas funciones, preferentemente contenedor de libros.
- Otra forma es tener toda la biblioteca perfectamente llena de libros y ordenada. Limpia. Virgen en su destino. Con colores homogéneos por estante, por ejemplo. Graciosa (y verídica) es la anécdota popular de una familia que compró dos metros lineales de libros con lomos rojos (de cerca eran todos del mismo tema). Pretende mostrar distinción. Cree mostrar algo que le falta; no se sabe si lograr exponer conocimiento –y permítaseme dudar de que exteriorice sabiduría– pero sí armonía cromática o pretendido buen gusto. Cumple la misión de agradar a los sentidos, sobre todo a la vista. Ignoramos si ese esteticismo toca una hondura ontológica más allá de la superficie ocular .
- Otra –como suelo tener la mía– prolijamente desordenada en cuanto a tamaños y contenidos. Hay papeles entre los libros que han servido –y sirven– de guías de charlas o me recuerdan ideas a tratar o tratadas. No siempre los estantes están completos, y a ese tipo de biblioteca me dirijo con interés. No están completos porque faltan libros; algunos en el suelo; otros en mi mesa de luz; otros en distintos lugares de la casa y muchos, muchos en casas de hijos, nietos, o amigos. Los libros papel, a mi manera de ver, son un alimento necesario de todos los sentidos: de la vista, del tacto, del olfato, del gusto, inclusive ¡del oído! Son víveres y son amigos, porque alimentan nuestra alma y nos ayudan a soñar, razonar, retener, rever equivocadas concepciones mentales, enderezar formas de actuar, distraer y sonreír. Al revelar autores de nuestro gusto, a veces, concomitantemente descubrimos -como consecuencia- amigos que saborean lo mismo.
Podría decir que ese tipo de biblioteca, es la que más me gusta. Esa en que la estantería no es el destino final del libro. En la que lo estético no está presente ni pretende estarlo. De la que uno supone que los saberes que están o estaban, giran por el resto del cosmos. La biblioteca casi vacía. La que está con vida en otro lado. Preexiste en mi casa –porque está en mi memoria– pero vive en otro lado. Lo escrito, los saberes, su utilidad, su huella, están trabajando para el destino que fueron hechos. Enseñar, servir, trasmitir. Todo eso le da un formato y un sentido universal.
IV. LA INUTILIDAD DEL LIBRO
Dirán algunos que hoy no se necesita el papel. Que la virtualidad y el celular suplen el libro físico o la misma computadora. Es cierto. El reemplazo y la practicidad son parte del beneficio; pero la neurociencia nos dice que leer y estudiar en papel ofrece beneficios profundos. Tiene ventajas, especialmente valiosas para quienes aprecian el rigor intelectual, la concentración y la retención duradera, entre otros. Cognitivos y de aprendizaje: como mayor retención de información; mejor comprensión lectora y menor fatiga visual. Beneficios físicos y simbólicos, tales como qué material permite ubicar visualmente ideas; menor distracción y, como reclamaba Hugo Wast, leer en papel puede representar un acto de dedicación, disciplina y respeto por el contenido.
V. OTRA BIBLIOTECA QUE LLAMA LA ATENCIÓN, ES LA QUE NO ESTÁ. NO EXISTE.
No siempre le pasa a la gente, pero a mí sí me conmueve. Pienso: esta familia, ¿no lee? Los niños, ¿no ven obras en papel?, ¿no ven figuritas? Qué lejos estamos de, por ejemplo, los griegos que enseñaban a sus niños a leer con la Ilíada y la Odisea, obras en que sus personajes, el valiente, pero iracundo Aquiles; el astuto Ulises; el prudente Néstor; el noble Héctor y el incontinente Agamenón, se enfrentaban y resolvían sus conflictos bajo la mirada atenta de los dioses. Lo bueno y lo malo, plásticamente mostrado en una aventura que decide la suerte de Occidente.
Y lo que no se tiene en el cerebro, no se autogenera. ¿Confían todo su futuro y el de sus hijos a la IA? Inclusive para que funcione la IA, hay que saber preguntar y obviamente saber leer. La imitación -de lo leído o visto- era y es fuente de acción. No debe llamarnos la atención que la falta de lectura, nos achique el lenguaje y esto nos impida o entorpezca la comunicación interpersonal. La disminución del conocimiento del léxico y el empobrecimiento de la lengua se trata de la reducción del vocabulario utilizado, y de la elaboración de un pensamiento más evolucionado. Parte de la violencia que hay, viene directamente de la incapacidad de expresar lo que se siente a través de las palabras. Así, menos palabras significan menos posibilidades de formar un pensamiento. Cuanto más pobre es el lenguaje, más desaparece el pensamiento.
VI. LAMENTABLE SUPUESTA CONCLUSION
Si no se ven libros en una casa, si no se observan bibliotecas, si no hay espacios de lectura, uno puede llegar a sospechar –con cierta firmeza– que las consecuencias antes citadas podrán estar –lamentablemente– cerca de ese hogar.













