Por María Ximena Pérez para agencia.unq.edu.ar
Desde la UNQ, a través de la economía social y solidaria, Bárbara Altschuler transforma la investigación aplicada en soluciones concretas que benefician a los sectores más vulnerables.
Entre la academia y la acción social, Bárbara Altschuler construye un camino que trasciende las fronteras del conocimiento teórico. Como docente investigadora de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), su trabajo transforma realidades a través de la economía social y solidaria. Desde el Observatorio del Sur de la Economía Social y Solidaria y en el marco del proyecto Creando Redes Emprendedoras en Economía Social (CreES), evidencia cómo la investigación se transforma en una herramienta valiosa para generar conocimiento aplicable, orientada a mejorar las condiciones de los sectores más vulnerables.
Altschuler, con su mirada serena y determinante, hace de la investigación social un espacio de encuentro entre el saber académico y las necesidades comunitarias. “La inserción en la Universidad fue clave para nosotros”, comenta a la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, dejando claro que el respaldo institucional fue clave para llevar adelante su trabajo. La posibilidad de participar en proyectos de investigación, extensión e incubación permitió que su equipo se fortalezca y su impacto se multiplique.
Uno de los primeros instrumentos que impactaron su trayectoria como investigadora fueron los proyectos orientados a la práctica profesional, los cuales permitieron trabajar desde un enfoque que se combina con una perspectiva participativa. “Estos proyectos nos ofrecieron la oportunidad de realizar una investigación profunda, crítica y rigurosa, pero también aplicada y orientada a la acción”, explica. Gracias a ellos, su equipo pudo sistematizar y generar conocimientos desde las experiencias que venían desarrollando.
Década de impacto social
El Observatorio del Sur de la Economía Social y Solidaria, que ya celebró su 10º aniversario, es uno de los hitos más relevantes de su carrera. Este espacio se consolidó como un laboratorio de ideas y acciones, donde se promueven búsquedas científicas que generan cambios tangibles. “Nos sentimos orgullosos de haber consolidado un espacio que no solo analiza la realidad sino también la transforma”, afirma.
Dentro del Observatorio, desarrollan varias líneas indagación y análisis destacando así su trabajo en educación y el papel de las universidades en la extensión y la investigación. También estudian los mercados de la economía social y el turismo social de base comunitaria. En ese sentido, menciona dos investigaciones significativas: una sobre la asistencia alimentaria en comedores de Quilmes durante la pandemia, y otra sobre circuitos socioeconómicos de la economía popular, que analiza mercados alternativos que ofrecen acceso a alimentos de calidad, provenientes de cooperativas y sin agrotóxicos.
En plena covid, su equipo se sumo a una iniciativa destinada a relevar 250 comedores comunitarios en Quilmes, en el marco de “Argentina contra el hambre”, un programa de seguridad social que buscaba combatir la desnutrición en el país mediante diversas medidas económicas y sociales. En medio del caos global, lograron mapear cómo se organizaban estos espacios y cómo las cooperativas de alimentos sostenían a las familias más afectadas. “Fue un desafío enorme, pero los resultados nos mostraron la resiliencia y el ingenio de las comunidades para enfrentar la crisis”, relata. Es en ese terreno, en la cotidianidad de la necesidad, donde su trabajo cobra mayor sentido.
La línea de estudio centrada en los circuitos socioeconómicos de la economía popular, social y solidaria, pone el foco en aquellos mercados alternativos que ofrecen acceso a alimentos de calidad, sin agrotóxicos, provenientes de cooperativas y pequeños productores. “Estamos trabajando fuertemente en esto, combinando investigación y acción participativa con proyectos interuniversitarios”, comenta.
Desde su trabajo con cooperativas hasta el fortalecimiento de economías populares, reflejan su convicción de que la ciencia social no solo se trata de entender la realidad, sino de transformarla. En ese orden, muestra que el verdadero impacto se mide en las vidas que cambian y en las redes que se tejen para construir un futuro más justo y solidario.
Fuente: https://agencia.unq.edu.ar/?p=22079