El Papa Francisco ya no está en este mundo terrenal, pero nos ha dejado un legado fundamental inscripto en sus encíclicas: Lumen fidei (La luz de la fe, 2013; Laudato si’ (Alabado seas, 2015); Fratelli tutti (Hermanos todos, 2020); y Dilexit nos (Nos amó, 2024).
De éstas, nos detenemos en Laudato si’ por la profunda sintonía con la prédica que hacemos desde estas páginas permanentemente, y que humildemente destacamos a modo de homenaje a este gran argentino, nacido y bautizado como Jorge Bergoglio.
El cambio climático: “…es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad”. Destaca Francisco que el impacto más grave de la alteración climática recae en los más pobres, al mismo tiempo que los poderosos enmascaran los problemas u ocultan los síntomas.
La pérdida de la diversidad: “Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre”. Son loables los esfuerzos de científicos y técnicos para solucionar problemas creados por el ser humano, pero cuando esa intervención humana se pone al servicio de las finanzas y consumismo, la tierra en que vivimos se vuelve menos rica y bella, cada vez más limitada y gris.
La deuda ecológica: “…existe una auténtica deuda ecológica…”, sobre todo del Norte en relación con el Sur, y frente al cambio climático ha “responsabilidades diversificadas”, y son mayores las de los países desarrollados.
La raíz humana de la crisis ecológica: “…no miremos sólo los síntomas sino también las causas más profundas… las lógicas de dominio tecnocrático llevan a destruir la naturaleza y a explotar a las personas y las poblaciones más débiles”. “El mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social.
El trabajo: “En cualquier planteo sobre una ecología integral, que no excluya al ser humano, es indispensable incorporar el valor del trabajo”.
Ecología de las instituciones: “…también la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana: cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales”. “El análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma”.
Esta ecología ambiental “es inseparable de la noción de bien común”, que debe comprenderse de manera concreta: en el contexto de hoy en el que “donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos”, esforzarse por el bien común significa hacer opciones solidarias sobre la base de una “opción preferencial por los más pobres”.
Las dinámicas internacionales recientes: “…las Cumbres mundiales sobre el ambiente de los últimos años no respondieron a las expectativas porque, por falta de decisión política, no alcanzaron acuerdos ambientales globales realmente significativos y eficaces”. Y se pregunta: “¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario?”
Educación y espiritualidad ecológica: “Todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo”, ante todo “…la escuela, la familia, los medios de comunicación, la catequesis”. El punto de partida es “apostar por otro estilo de vida”, que abra la posibilidad de “ejercer una sana presión sobre quienes detentan el poder político, económico y social”.
No se puede minusvalorar la importancia de los cursos de educación ambiental capaces de cambiar los gestos y hábitos cotidianos, desde la reducción en el consumo de agua a la separación de residuos o el “apagar las luces innecesarias”. “Una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo”.
El mejor homenaje que las instituciones solidarias pueden hacer en memoria de Francisco, de manera permanente, es el de difundir entre sus asociados sus prédicas, que alcanzan a toda la humanidad, creyentes y no creyentes. Este es el legado que debemos sostener a través de los tiempos y las generaciones que nos suceda, antes de que sea tarde.